Sostenibilidad y Recursos Humanos

 

Actitud sostenible y Recursos Humanos

 La sostenibilidad es un valor que forma parte de la Cultura Corporativa. No solo se tienen que fomentar estrategias respetuosas con el medio ambiente y el crecimiento a largo plazo, también se tienen que cuidar a las personas que componen nuestra Organización. No se puede dar lo que no se tiene. Para implantar una cultura sostenible, que mejor que tener presente los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) para la agenda 2030 y que todas las personas interioricen como propios los valores socio-ambientales y económicos necesarios tomando como referencia los criterios ESG (Environmental, Social and Governance).

Pero ¿Cómo se contribuye más específicamente a la sostenibilidad desde la gestión de los Recursos Humanos?

En un estudio realizado por la Ivey Business School preguntando a los CEO sobre la sostenibilidad, el 93% lo consideraba como factor clave de éxito y crecimiento, pudiendo llegar a ser un verdadero generador de ventaja competitiva.

 Podríamos comenzar por el proceso de AyDPT describiendo la adecuación de las instalaciones, de los espacios de trabajo, los medios o recursos, los vehículos, las herramientas, horarios, etc. Pasamos después al reclutamiento y Selección, contratando a los profesionales que mejor se adecuen y compartan estos valores. A través del proceso de Formación podemos concienciar a nuestras personas y aportar conocimientos sobre medio ambiente, relaciones personales, estilos de liderazgo, etc. En el proceso de Evaluación del desempeño podemos introducir ítems que fomenten y promuevan estos comportamientos, que también se tendrían en cuenta para el desarrollo profesional. Las Compensaciones se pueden diseñar incorporando incentivos en el variable. En los Beneficios Sociales se puede introducir bonos para usar el transporte colectivo, fomentar el teletrabajo para evitar desplazamientos, etc. Y en cuanto a la RSC se puede fomentar programas de voluntariado, siembra de árboles, programas de ayuda a personas vulnerables, etc.

 Para hacer todo esto, que requiere mucho esfuerzo y consciencia, necesitamos la actitud y el compromiso necesario.

En mi modelo de Generación y Desarrollo de Actitudes, partimos de la voluntad o el deseo de querer hacerlo, cuando esa es realmente nuestra intención aparece la fuerza motivadora o el impulso que nos llevará a aumentar nuestra consciencia, es decir aumentamos nuestro conocimiento sobre los beneficios y las consecuencias de hacerlo o no hacerlo. Al expandir nuestra consciencia motivada por el deseo de hacer, aumentamos el conocimiento de nosotros mismos y de la realidad que nos rodea, lo que nos llevará a actuar en consecuencia y equilibrio.

 “El pensamiento se queda en la fuerza electromagnética y toma forma. También se puede volver contra ti”. (Las 9 cartas, 2000). Toma forma porque vibra más intensamente y altera las “partículas” eléctricas o de energía de la materia. Tanto la voluntad o deseo como la consciencia se retroalimentan, a mayor voluntad más deseo de saber y cuanto más sabemos, mayor voluntad de querer hacer.

La vida te va ofreciendo resistencia para el cumplimiento de tus deseos, a medida que vamos expandiendo nuestra consciencia, se va desarrollando, al unísono, nuestra fuerza de voluntad para conseguir nuestros propósitos y a medida que vamos desarrollando nuestra fuerza de voluntad, la “vida” te regala la virtud de hacer junto a la percepción de que te cuesta cada vez menos trabajo. Eso es que estamos desarrollando esa virtud.

Y tenemos una buena noticia, todas estas facultades expuestas y representadas en mi modelo, las tenemos todas las personas por el mero hecho de serlo. Son facultades naturales según el TAO

        Fig. 1 Generación de Actitudes. Fuente: elaboración propia

 

Todo esto es lógicamente para desarrollar la actitud de querer hacerlo. Ahora hay que implementarlo, pero por mucho que sepamos el qué y el cómo, necesitamos lo más importante que es querer hacer lo que sabemos.

Podríamos empezar poco a poco, estableciéndonos pequeños objetivos alcanzables, ponerlo en funcionamiento, practicarlo y reforzarlo por ejemplo con micro-hábitos, porque las antiguas formas de trabajar siempre se resisten.

Y puestos a ello, hasta nos vamos a sentir mucho mejor. De eso se trata. “Cuando el pensamiento se hizo flexible, las articulaciones se volvieron flexibles. No más dolor” (Morgan, 2009)

 

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