VIRUS Y RECURSOS
HUMANOS
Este virus lo ha creado la madre
tierra. Da igual que lo hayan creado en un laboratorio conscientemente pretendiendo
conseguir sabe Dios qué, que haya salido de los murciélagos debido al cambio
climático (Rabasco, 2020) o de las células intoxicadas debido al salto cuántico
en la electrificación de la tierra gracias uso de la 5G. Por cierto, Wuhan es
la primera ciudad del mundo totalmente cubierta por la 5G (Cowan, 2020). Todas
las especies animales, vegetales, minerales, etc… formamos parte de ella. Lo
haga quien lo haga, lo ha hecho la tierra. Nuestro planeta tiene consciencia
propia.
En cualquier caso, el ser humano
debe aprender y cambiar. No puede seguir actuando así creyéndose el amo del
universo, maltratando a los animales, las plantas, los océanos, a los propios
humanos, a Gaia.
Tenemos que elevar la consciencia
y nuestro estado vibratorio.
No podemos hacer nada para que
los demás cambien, solo podemos cambiar nosotros mismos y de esa manera,
elevarnos hacia vibraciones mayores. También irradiamos energías positivas que
son percibidas de manera inconsciente por los demás. También podemos servir de
“ejemplo” para las personas que nos rodean, para que si quieren, imiten
nuestros comportamientos. En definitiva, lo único que podemos hacer es cambiar
a nivel personal. No volver a la situación de antes, si volvemos a la situación
socio - económica anterior a la crisis del virus, no habremos aprendido nada.
Las cosas tienen que cambiar y además drásticamente.
Si incrementamos la consciencia,
aumentamos la densidad psíquica de nuestro planeta, acercándonos al alma misma
del Cosmos (Pauwels & Bergier, 1960)). Y comprenderemos la fuerza que mueve el Universo: el Amor.
Si los humanos no cambian, el
virus acabará con todos. Ni siquiera descubriendo una vacuna podríamos con él
porque mutaría dado que el humano seguiría generando las condiciones. Si el
humano es capaz de cambiar, tendrá otros comportamientos con nuestra madre
tierra y las condiciones para que sobreviva este virus desaparecerán.
Cada uno a nivel individual debe
tomar consciencia y actuar. Contamos con un arma: la fuerza de voluntad que es
una de las facultades naturales del hombre (Tao). Ya tan solo nos quedaría
desearlo.
Si queremos aumentar la
consciencia, podemos empezar por diferenciar nuestra consciencia subjetiva de
la objetiva, para ver la Unidad en la Diversidad. Podemos ir aumentando nuestro
conocimiento para poder discriminar y discernir, reflexionar y poder
incorporarlo. Podemos poner en funcionamiento armonioso los 5 centros (Intelectual,
Emocional, Motriz, Instintivo, Sexual) para que nos lleve al conocimiento
objetivo, y éste a la consciencia objetiva. Podemos incluso trascender la
inteligencia científica, desarrollar el ejercitamiento esotérico y las
facultades superiores. Y comprobaremos que somos parte de un todo y ese todo es
una parte de otro todo mayor y así sucesivamente.
Si queremos elevar nuestro estado
vibratorio, podemos empezar por mantener sanos el cuerpo y el estado emocional.
Comer adecuadamente, hacer ejercicio, relaciones con amigos y familia…podemos
continuar desplazando pensamientos correspondientes a los chacras base y
concentrarnos en pensamientos más elevados. Podríamos también trabajar sobre el
desapego.
El deseo es el gran incentivo
para toda acción (El concepto Rosacruz del cosmos, 1979). Si realmente deseamos
algo, nos reforzaremos en nuestra determinación y comenzaremos a tomar
consciencia y a comprometernos. Si queremos aumentar nuestro deseo, podemos
transmutar los cuatro grandes motivos de toda acción humana: Amor – Fortuna –
Poder – Fama. Podemos trabajar para desear con la Esencia (elección consciente)
no con la personalidad. Reevaluaríamos nuestros valores. Podemos intentar
sentirlo con todo nuestro ser: “yo
quiero”, entonces sentiremos que queriendo, podemos (Gurdjieff, 2012). El
deseo aumenta si es para ayudar a los demás.
Si queremos trabajar sobre
nuestra fuerza de voluntad, podríamos empezar con ejercitar la autodisciplina,
para ejercer cierto libre albedrío. Podemos realizar ejercicios de desarrollo
de la voluntad consciente. Podemos establecernos algunos propósitos y realizar
ejercicios de retrospección.
“No hay voluntad sin conocimiento” (Driesch, 1917)
En resumidas cuentas, elevando
nuestro estado vibratorio ayudamos a nuestro sistema inmunológico.
También desde de Gestión de los
Recursos Humanos podemos contribuir a ese proceso de cambio individual, a
través de la Inteligencia Emocional, el Eneagrama, el Proyecto Espiritual de
los RRHH y de la Neurociencia.
Los tres primeros proyectos están
orientados en este blog. En cuanto a la Neurociencia, podríamos crear mensajes
orientados a modificar la percepción de las personas para que la transformen en
experiencia, y así cambiar sus actitudes (la creatividad parte del entusiasmo).
Podríamos también comunicarnos utilizando analogías (el lenguaje del
inconsciente). Incluso comunicarnos a través de la formulación de preguntas que
lleguen al cerebro y al estado de ánimo. Podríamos también conseguir la
conexión con el sentido de pertenencia y con el sentimiento de pérdida. Quizás
así, podríamos conseguir estímulos que afecten al sistema nervioso central.
Y quién sabe, hasta vamos a
contribuir a transformar nuestra sociedad.
En estos tiempos, para ser enteramente seres humanos, debemos
desarrollar más que nunca nuestras capacidades espirituales. Son más necesarias
que hace un siglo (Steiner, 1917).
Desde el confinamiento. Marzo de 2020
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